Con la evocación de un plácido paseo por el parque en una otoñal, colorida y plácida tarde, el contrabajista André Rosinha encandila con su primer álbum, «Pórtico».
Un disco alegre y cercano que parece recorrer los rincones de su Sintra natal, de la mano de un risueño sentimiento de tranquilidad, y que nace del trabajo de varios años (ocho según él mismo afirma en una entrevista para HCPJazz), debido a sus constantes colaboraciones con numerosas bandas y cantantes, entre los que destacan Salvador Sobral o Júlio Resende.
En sus 7 canciones, interpretadas por primera vez en directo en el Hot Club de Lisboa, a principios de año, Pórtico no deja nunca de lado una interesante mezcla melódica de los –bien ejecutados- instrumentos de los integrantes del grupo, liderado por Rosinha. Entrando por donde es costumbre en los lugares más sagrados (el Pórtico, su primera canción), el acordeón y el vibráfono extienden la acolchada alfombra sobre la que se transitará por las estancias del bien edificado álbum, grabado para Robalo Music.
Con una magnífica batería (Bruno Pedroso), se entra en ‘Marron’, para después ser guiado, en la visita, por el vibráfono, en manos de Eduardo Cardinho, y el acordeón de Joao Barradas, todos ellos comandados por el trasfondo del contrabajo de André y las pinceladas del saxofón de Albert Cirera.
En ‘Salto’, el contrabajo toma el relevo del vibráfono para dirigir la entrada del resto de sus acompañantes que poco a poco van acoplándose para conformar una de las canciones más atractivas del álbum, con una simbiosis muy agradable de todos los integrantes. Con un tono bajo y simple, ‘Balada por acaso’ te devuelve a un sueño profundo del que ‘Parte 3’ te hace despertar de un salto. El ritmo frenético de la batería de un acertadísimo Pedroso nos trae reminiscencias del jazz más sugerente e improvisado para dejar una magnífica actuación del saxo, en manos de Cirera.
‘Back up plan’, con un bueno solo del contrabajo, parece ser una continuación de su canción precedente, con un ritmo que ya te hará mover los pies bajo la mesa. Una dupla que se convierte en la mejor antesala de la última pieza del disco, ‘Cançao para uma nuvem’, que, con un tempo más relajado, se convierte en el broche de oro y, probablemente, una de las mejores canciones del disco, gracias a una melodía de otro tiempo que termina con la despedida del ‘director de orquesta’, André Rosinha, y su solo…