Y lo volvió a hacer, una vez más, Carmen Souza… con un corazón enraizado en Cabo Verde, una voz negra como la noche en la selva y un alma musical tan pura como el brillo de su propia sonrisa, la artista lisboeta conquistó una vez más a todos los asistentes que se dieron cita en la última velada que protagonizó la jazzista en Madrid (donde que prometió volver).
Dentro de la programación de la Mostra de Cultura Portugal de este año, y con el festival Femina Jazz como excusa, el Café Berlín fue testigo de un nuevo torrente musical sin freno, el producido por la inagotable Carmen Souza, quien, magistralmente acompañada por su adorado Theo Pascal (y su trío), demostró de nuevo una calidad musical muy elevada, ensalzada por la variedad de sus registros. En sus más de 15 canciones, Souza jugueteó con el jazz (¿cómo no?), el soul, el rythm and blues, la samba, el funky, los ritmos caribeños… pero, por encima de todo, con su público, a quien consiguió levantar de sus asientos (ataduras impropias de un concierto de este ritmo) en varias ocasiones.
Durante las más de dos horas de concierto, Souza realizó un repaso a su discografía con reminiscencias de su sexto álbum de estudio, Creology (2017), como ‘Upa Neguinho’ o ‘Legria’, la canción más celebrada del disco. Además, se deslizaron suavemente otras fundamentales del grupo como ‘Afri ká’, del «Protegid» de 2010, ‘My baby just cares for me’ (de Nina Simone) o el ‘Moonlight Serenade’ de Glenn Miller, entre otras.
Un amplio y ecléctico repertorio de canciones que, a pesar de sus enormes diferencias, comparten el irreconocible timbre de la cantante, una voz prodigiosa de registros infinitos que se convierte en un instrumento más, como quedó patente durante el concierto, en el que su voz se fundía con las notas del resto de instrumentos como si de uno más se tratase.
Sin embargo, la sorpresa de la noche no estaba en la magia de su actuación o el magistral acompañamiento del piano, la batería o el bajo y contrabajo, si no en la presentación de su nuevo larga duración, “The Silver Messengers”, que (aunque no oficialmente) ya estaba disponible para los cerca de 150 afortunados que presenciaron la actuación. Así, interpretaron más de 10 piezas del genial compositor Horace Silver, al que hacen homenaje, entre otras, con ‘St Vitus Dance’, ‘Nutville’, ‘Cape Verdian Blues’ o ‘Soul Searching’, canciones que se entremezclan con otras de creación propia pero que persiguen el mismo objetivo de ensalzar la figura del jazzista, como ‘Lady Musika’ o ‘Senor Blues’.
El que ya se ha convertido en el séptimo largo de estudio de Souza, es un tributo a una de sus almas gemelas musicales (como ella misma reconoce), Horace Silver (1928-2014), compositor norteamericano considerado uno de los pioneros del estilo ‘hard bop’ y que elevó a la categoría de arte la fusión de estilos, principalmente mezclados con el jazz. Un camino musical marcado por sus orígenes, fuertemente influenciado por los ritmos caboverdianos que comenzó a escuchar gracias a su padre (de origen portugués).
Con esta nueva grabación, Carmen Souza da, una vez más, rienda suelta a su alma indómita de creación, y, junto a Theo Pascal y su trío, formado por Elias Kacomanolis (batería) y Ben Burrell (piano), le imprime su propia magia a la música del célebre pianista. El resultado, una interesante colección de 11 canciones (que analizaremos más detenidamente en otro momento) en las que se sube a las nubes a lomos de la voz de Souza, se desciende al infierno con el calor de su alma y sus letras y se viaja en el tiempo y la historia del jazz gracias a la invisible presencia de Horace Silver.
Ya fuese en inglés, portugués, portuñol, español, lenguas indígenas de Cabo Verde o a través de simples estructuras monocordes, Souza consiguió llevar luz a la oscura sala madrileña, para terminar con un público entregado y en pie al grito de ‘¡otra, otra, otra!’. Y es que la libertad, expresada desde el profundo respeto al ajeno y a la música, siempre ha sido un impulso para los agotados y un bálsamo para los nerviosos. Hasta la próxima, Carmen Souza.