Miguel Ángel Fernández, director del programa de Radio Nacional ‘El fado en radio clásica’ nos presenta «As guerras do fado» un fascinante libro para conocer un poco más la historia de la canción de Lisboa.
AS GUERRAS DO FADO. Alberto Franco. Editorial GUERRA & PAZ. Lisboa 2019.
¿Creían que los comienzos de la música ye-yé fueron difíciles? ¿Qué el rock’n roll tuvo que luchar contra muchas convenciones sociales? ¿Qué no puede haber existido un pasado más mísero y denostado que el del flamenco? Pues es bueno que abandonen esa inocencia y conozcan todo lo que ha tenido que tragar el fado desde sus comienzos. Son más de ciento cincuenta años de ataques despiadados los que la música de Lisboa ha tenido que soportar. Muchas discusiones y reflexiones de las cabecitas mejor iluminadas de la historia de Portugal que dejaron pasar los años mientras afirmaban que el fado contenía todo lo vil que puede arruinar el alma de los hombres -quienes, a su vez, de natural, debían vigilar y educar las almas de las mujeres- y las buenas costumbres.
Todo esto nos lo cuenta el periodista, novelista e historiador lisboeta Alberto Franco en este libro: “As guerras do Fado”, publicado por la editorial Guerra & Paz. Un compendio de aquellos ataques que sufrió este género musical a lo largo de su historia, y cuyos comienzos solemos establecer entre los años veinte y treinta del Siglo XIX.
El libro es muy ameno y bien documentado, sin que la proliferación de datos impida tener una visión clara, por un lado, de la historia de Portugal -que desconocemos tanto como la propia nuestra, hay que reconocer- y por otro, de la evolución artística y humana de sus protagonistas.
Y hablando de protagonistas, en el libro encontramos dos bandos, enfrentados y claramente diferenciados: los intelectuales -novelistas, poetas, periodistas, pensadores y polemistas- médicos, políticos y religiosos que afirmaron sin sombra de arrepentimiento que el fado es malo para el espíritu o la salud (especialmente el hígado, que sorpresivamente pasa por ser uno de los órganos más proclives a la enfermedad causada por el fado). Y del otro lado están los aficionados, poetas o intérpretes de esa maravillosa combinación de música y poesía.
Eça de Queiroz, Ramalho Ortigão o Pessoa con sus escritos sobre el fado en el que finalmente no se sabe si sube o si baja, atizaron inmisericordemente a un género del que a veces también confesaban su admiración. O incluso lo cantaban en la intimidad. La época del final de la Monarquía y el advenimiento de la República, con las veleidades propias de quienes sueñan con un futuro más justo nos trajeron un fado del trabajador (Fado Operário), sin miedo a la contestación y a la reivindicación de la justicia social. De ahí a la manipulación y los ataques de la derecha que acabaría por ser inteligente observadora y llevaría esta canción de tabernas y prostíbulos a su terreno.
Tiempo hubo después de denegar el agua y el pan al fado, como cuando Luis Moita habló de aquella canción de vencidos o cuando se discutió si Amália Rodrígues tenía derecho a cantar a Camões. Después de la Revolución de los Claveles, otra vez malos tiempos: la identificación del fado con la dictadura salazarista condenaría al fado a ser un género kitsch que todos repudiaban porque lo consideraron derrotista e indiferente ante la realidad.
Menos mal que después todo volvió a su verdadero sentido y sensatez. Llegaron Mísia, Dulce Pontes, Camané y otros jóvenes para devolver ese lustre perdido y el empaque que nunca debió perder, enfocando estas últimas décadas hacia un esplendor y un vigor nunca visto. Cierto es que siempre habrá quien discuta al fado su categoría, pero hemos de reconocer que aunque a veces protestemos por algunos detalles que son lógicos en toda evolución, el fado ha pasado por peores momentos a lo largo de su historia. Esperemos que el futuro siga siendo luminoso y el camino con menos obstáculos y dificultades.
AS GUERRAS DO FADO. Alberto Franco.
Editorial GUERRA & PAZ. Lisboa 2019.