para mí la música es un flujo constante y mis conciertos son un homenaje a ese flujo que veo como una forma de no tener miedo de entrar en empatía con los demás.
L. P. Sí pero también es por la propuesta en solitario, es como que se desnuda de categorías porque por ejemplo si estoy tocando con un acordeón, pues a lo mejor la gente va a creer que es tango, si toco por ejemplo con una flauta japonesa, pues quizás es música oriental, o sea a partir del momento en el que creas una individualidad, tú puedes ser todo y tú tienes en ti todo lo que lo que puedes acoger, entonces no hay una necesidad de mi parte de nombrarla porque creo que la gente debe tener la forma simple, que no es necesariamente la más básica puede ser bastante compleja, pero permite menos ruido, menos información. Es dar acceso a la gente a hacer ese proceso de, ¿esto a qué me suena, qué palabra es esta, qué entiendo, qué no entiendo… pero a mí no me interesa predefinir mucho aunque luego por necesidad de composición al final lo haga, pero no es para mí lo más importante.