Maldição fado cravo Amália Rodrigues Ana Moura Mariza

Canción del domingo: ‘Maldição’

‘Maldição’ tiene como base el Fado Cravo compuesto por el gran  Alfredo Marceneiro. En esta versión, la  letra es del poeta Armando Vieira Pinto y fue cantada por primera vez por Amália Rodrigues.

La letra original que escribió Alfredo Marceneiro para esta base musical, fue la que le dio el nombre ; ‘Fado Cravo’ (Fado Clavel) pero después, el fadista escribió una nueva letra para el tema; ‘Viela’, con la que este fado se hizo popular y pasó a ser uno de los fados tradicionales más cantado en distintas versiones a lo largo de los años.  En esta ocasión nos quedamos con la  que lleva como letra el maravilloso poema de Armando Vieira Pinto, ‘Maldição’ y las versiones de la misma por cuatro grandes fadistas: Amália Rodrigues, Ana Moura, Mariza y Gisela João.

Letra de ‘Maldição’

Que destino, ou maldição
Manda em nós, meu coração?
Um do outro assim perdido
Somos dois gritos calados
Dois fados desencontrados
Dois amantes desunidos

Por ti sofro e vou morrendo
Não te encontro, nem te entendo
Amo e odeio sem razão
Coração… quando te cansas
Das nossas mortas esperanças
Quando paras, coração?

Nesta luta, esta agonia
Canto e choro de alegria
Sou feliz e desgraçada
Que sina a tua, meu peito
Que nunca estás satisfeito
Que dás tudo… e não tens nada

Na gelada solidão
Que tu me dás coração
Não há vida nem há morte
É lucidez, desatino
De ler no próprio destino
Sem poder mudar-lhe a sorte

¿Qué destino, o maldición
manda en nosotros, mi corazón?
Uno del otro así perdido
somos dos gritos callados
dos fados desencontrados
dos amantes desunidos

Por ti sufro y voy muriendo
No te encuentro, ni te entiendo
Amo y odio sin razón
Corazón… cuando te cansas
de nuestras muertas esperanzas
¿cuándo paras, corazón?

En esta lucha, esta agonía
canto y lloro de alegría
soy feliz y desgraciada
Qué sino el tuyo, mi pecho
que nunca estás satisfecho
que das todo… y no tienes nada

En la helada soledad
que tú me das, corazón,
no hay vida ni hay muerte
es lucidez, desatino
De leer en el propio destino
sin poder cambiarle la suerte

 

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