Samuel Úria sigue sorprendiendo a sus fans. Después del lanzamiento del single «2000 A.D.» el pasado día 13, el músico portugués presenta ahora el videoclip de esta nueva canción, dirigido por André Tentúgal.
En este nuevo trabajo audiovisual, el director nos invita a un viaje cinematográfico, lleno de referencias y personajes que habitan el imaginario de «2000 A.D.». Tentúgal nos guía por un universo visualmente rico e intrigante, desafiándonos a asumir el papel de observadores atentos, como un James Stewart contemporáneo.
A lo largo del videoclip, somos invitados a explorar el día a día de Samuel Úria, alimentando la esperanza de, algún día, poder habitar ese «edificio Jonzeneano» – una clara alusión al universo cinematográfico de David Lynch. La frase «¿Quieres ser Samuel Úria?» surge como una invitación a la identificación y a la inmersión en este universo particular.
Inspirado por la realidad actual y por la frustración que siente ante las señales de regresión civilizacional que persiste en presentar, Samuel Úria ha construido en torno al imaginario del «año 2000» y de las esperanzas románticas que la llegada del nuevo siglo generó en su época, un enfoque poético y musical.
Bajo la batuta musical de Samuel Úria y Miguel Ferreira, la canción «2000 A.D.» nació en el calor del verano, envuelta en la colaboración de más de quince músicos y cantantes.
No pierdas la oportunidad de embarcarte en este viaje cinematográfico y descubrir el universo de «2000 A.D.».
Así presentaba el músico este nuevo tema:
«Para una determinada generación nacida en el siglo pasado —la denominada “Generación X” o, para ser más claros, aquellas personas en edad activa que se quejan con frecuencia de dolores de espalda— el año 2000 se presentó como un hito menos intenso de lo que se había anticipado. La expectativa de esa fecha límite estuvo durante mucho tiempo cargada de un sentimiento esperanzador, de anhelos optimistas; era la cúspide de toda la idea de progreso, el sinónimo cristalizado del futuro.
Han pasado más de dos décadas y, con el paso de los años, la sorpresa se ha anestesiado y la decepción latente ha ido creciendo. No es que el presente de los teléfonos inteligentes sea menos impresionante que el futuro de los coches voladores, sino que cualquier rastro de progreso parece dejar un regusto amargo. Se suponía que la Historia dejaría de reescribirse después del año 2000 y, sin embargo, por mucho que cambie el papel, la caligrafía garabateada sigue siendo la misma.
En la última mitad de siglo, los gritos de libertad han pasado de ser celebraciones a ser llamados de auxilio. La antigua y simple verdad se ha vuelto bizca, multiplicada y adulterada por lentes y pantallas: sirve mal al Bien, sirve bien al Mal. Se ha sacrificado la virtud en altares a becerros de oro; se han entregado las llaves de las revoluciones a los censores más beatos. ¿No será este el mejor momento para cantar un futuro que, aunque superado, tarda en llegar?»